frikigalactico

sábado, enero 06, 2007

Rocky Balboa, de Sylvester Stallone

Rocky vive en su pequeño barrio situado en Philadelphia, donde ha abierto un restaurante italiano. El mundo del boxeo está algo decepcionado con el actual campeón mundial, Mason “la línea” Dixon, y un programa de tv simula un combate entre Balboa y Dixon, ganando Rocky. Tras eso, la gente empezará a murmurar y ha hablar de dicho programa, consiguiendo que Rocky acepte un combate contra Dixon.

Sexta entrega, y definitiva, de la Saga pugilística por antonomasia. Tras unas decepcionantes 4ª y 5ª parte, Stallone vuelve a la carga devolviéndonos al personaje que le hizo famoso (junto con Rambo), consiguiendo un final digno, a la altura de la original y su respetable secuela.
Recordemos que la película “Rocky” fue un gran éxito que ganó los Oscars correspondientes a Película o Director, y nominando a Stallone para Actor y Guionista. Y es que en los años 70, más bien a finales, Hollywood dió un cambio de rumbo. Para mal.
En una década en que el cine americano realizó soberbias Obras Maestras, en que su cine miraba para Europa, y en que parecía que la nueva sabia formada por los Coppola, Cimino, Scorsese, Schrader, o Friedkin iba a consolidarse, en el año 78, año en que “Taxi Driver” estaba nominada para los Oscars más importantes, apareció el Potro Italiano y dio un derechazo a los “authors”, noqueando a todo lo que se había conseguido antes. No es por desprestigiar “Rocky”, que me gusta bastante, sino por remarcar que en un año en que debía haber ganado la Joya de Scorsese, ganó la historia de superación personal de esta buena persona a quien no hay quien le tumbe. “Rocky” fue la llegada de buenos tiempos para la industria, que vio en la historia de Stallone el tipo de cine que debía hacer para animar al público en una Era Post-Vietnam.
“Rocky” era una historia de superación personal, en que se decía textualmente que América es una tierra de oportunidades para cualquier persona que llegara. La persona que vivió ese sueño en el film fue el italiano residente en Philadelphia que trabajaba para la mafia, quien se convirtió en un símbolo para el país, el símbolo de la humildad, la honradez, de la esperanza. De hecho en Philadelphia hay una estatua en su honor. Se daba paso así a exportar de nuevo el American Way of Life de nuestra época.

Bueno, tras esta pequeña apreciación personal, hablemos del film en cuestión que nos ocupa. Rocky, como he citado antes, fue el gran éxito para Stallone realizando cuatro secuelas más, una digna, otra aceptable y dos mediocres. Tras varios años sin alcanzar un éxito, Stallone ha decidido hacer como su personaje y sacar del desván los guantes para colocárselos una vez más.
Está última película de la Saga hay que verla mirando atrás, concretamente a la primera película. Rocky sigue viviendo en su viejo barrio de Philadelphia, viste la misma ropa con el mismo sombrero, y sigue saliendo de cervezas con su amigo Paulie. Pero hay algo que le falta, su amor Adrian. El antiguo boxeador se siente vacío tras la muerte de su esposa y no encuentra apoyo en la persona que más quiere tras ella, su hijo. Regentando un restaurante italiano que ha abierto, en donde los clientes se hacen fotos con él y le piden que cuente anécdotas, Rocky echará la vista para atrás y pensará que aún le queda una cosa que hacer. Un último combate que luchar.
Como he comentado, esta película bebe mucho de la primera Rocky. Aquí también mantendrá una relación de amistad con Marie, a quien de pequeña le decía que fumar era malo (¿se acuerdan?), y con el hijo de está, Steps. Con ellos protagonizan secuencias muy similares como las que vivió con Adrian en la primera, cómo el paseo con el perro.
Rocky sigue siendo la personificación de la bondad y el sacrificio, ayudando a todos su amigos en lo que puede, e intentando abrir los ojos a jóvenes con sus monólogos sobre el sentido de la vida. Y es por eso por lo que el Potro es tan querido, es una persona muy humana que no quiere nada malo para nadie, aunque luego en el ring sea un verdadero animal que lucha hasta el final.
Por supuesto aquí no puede faltar la pelea de turno en que se enfrentan Balboa contra Dixon, personaje que no tiene el carisma de Creed o Drago, por poner dos ejemplos de oponentes. Aqui, más que combatir contra Dixon, Balboa lucha contra sí mismo y con sus demonios interiores. Otra mirada atrás, los acordes de la música de Conti entran en acción cuando vemos a Rocky entrenarse sin piedad, consiguiendo que a los nostálgicos se nos pongan los pelos de punta, hasta llegar al esperado combate.
Es una película que tira mucho de la nostalgia, no lo neguemos. Los que han crecido con este personaje no es raro que se emocionen en algún que otro momento (el recuerdo de Adrian). Es una mirada melancólica a tiempos pasados, cosa que hay que tener en cuenta al visionar el film.

Stallone dirige, escribe y protagoniza el film. He de decir que he quedado muy sorprendido, ya que está rodado de manera clásica, sin romper el espíritu del personaje. Las calles de barrio y la secuencias de entrenamiento se muestran igual que en el primer film por ejemplo. Si he de citar el combate final, que no me ha gustado en extremo, y eso es grave, pues Stallone estaba consiguiendo un intrépido tour de force in crescendo que abandona en pleno combate. Rodado con cámaras de televisión, dándonos la sensación de estar viéndolo en directo, la pelea no alcanza ningún punto álgido como en la clásica contra Apolo Creed. La música de Bill Conti ayuda bastante, es cierto, pero la conclusión del combate deja sensación de querer más, como de haber esperado algo mucho tiempo y que nos lo han servido a medias.

Sylvester Stallone es Rocky, y creo que no hace falta decir que lo interpreta, pues es el mejor papel de su carrera, y lo seguirá siendo. Si que es cierto, que aquí Stallone consigue superar, interpretativamente hablando, las personificaciones del personaje en las 3 secuelas que preceden a esta. Burt Young sigue siendo Paulie, el amigo y cuñado de Rocky, que ve la vida de diferente manera que Rocco, él no quiere mirar atrás, pues lo que ve es solo dolor. Geraldine Hughes es Marie, la mujer con quien Rocky emprenderá una buena amistad y a quien le dará trabajo. Completan el reparto Milo Ventimiglia como el hijo de Rocky y Antonio Tarver como Mason Dixon. Aunque no aparezca en el film, menciono a Talia Shire como Adrian, pues su espíritu inunda todo el film, y he de citar que sin ella en mente el plano final no serviría de nada.

Digno adiós al personaje y una buena película para los nostálgicos amantes de las películas de Rocky.
6/10

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo no creo que vaya a ver esta eh?? jejeje

Ya tuve bastante con la 5a entrega uffff

Saludos

17:47  

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