Philadelphia, de Jonathan Demme
Coincidiendo con que hoy es el día mundial contra el SIDA, he pensado comentar este film, cuyo primer visionado me causo un gran impacto.
Pongámonos en antecedentes. Tras triunfar en los Oscars con “El silencio de los corderos”, el director Jonathan Demme se dispuso a dirigir una película sobre la homosexualidad y una de las mayores enfermedades asociada a ella, el SIDA. Todo debido al gran revuelo que tuvo su film basado en la novela de Thomas Harris en que el villano era un asesino que buscaba cambiar de sexo.
Con “Philadelphia” el director llegó a los corazones de todo el mundo narrándonos la historia de Andrew Beckett, un abogado homosexual que es despedido de su trabajo por tener la enfermedad.
Lo que podría haber sido una película de juicios más, Demme la transformo en un alegato a favor de las personas homosexuales y con problemas. Si dijéramos que el film va sobre el proceso de Beckett contra sus viejos jefes y amigos estaríamos mintiendo.
“Philadelphia” trata de una amistad, de una aceptación. La que protagonizan Andrew y Joe. La primera secuencia de la película nos muestra a ambos en una habitación frente a un juez enfrentándose por un caso de urbanismo. No imaginamos que estos rivales llegarán a estar de acuerdo en el transcurso del film. Sin embargo, varios meses después Beckett aparece en la oficina de Joe Miller con el pelo rapado y con un aspecto muy desmejorado. El joven abogado, antiguo componente de la prestigiosa firma le relatará al letrado todo su caso recibiendo una negativa. La décima negativa, pues ha visitado anteriormente a nueve abogados en busca de defensor. Será en una biblioteca, donde Joe vea a Andrew leer libros de leyes para su defensa, cuando el abogado se decidirá a defenderle.
¿Por qué Miller acepta ahora y no ha aceptado antes? Quizás porque se ha replanteado los problemas de Beckett, quizás porque se ha puesto en su lugar, o quizás porque se apresuro a la hora de echarlo de su despacho porque no acepta a los homosexuales. Aquí es donde llega el momento de la aceptación por parte de Joe Miller, que no aguanta a parejas homosexuales y que se verá envuelto en un caso defendiendo a uno. Y es que tememos lo que no entendemos. Aún en los 90 la gente veía en los homosexuales personas diferentes, raras. No nos equivoquemos, son iguales que nosotros, tan solo que con diferente orientación sexual, lo cual no tiene nada malo. A la misma vez que Miller se da cuenta de ello nos damos cuenta los espectadores. Lo que era un caso de negligencia por parte de Beckett a la hora de perder un documento se convertirá en un juicio y estudio acerca de las personas homosexuales, demostrando la cantidad de personas que discriminan a dicho grupo y los repelen.
Solo por ello la película ya es más que interesante y valiente, pero no se queda ahí, sino que Demme mete más el dedo en la llaga y habla de algo mas duro como es el SIDA. La presentación de dicha enfermedad en la película es de las más realistas y duras que he visto jamás en una película. Quizás por ello “Philadelphia” sea de las películas más impactantes que recuerdo haber visto. Cada secuencia en que Andrew Beckett aparece en el juicio; su primera visita al médico en que observa enfermos como él; la visita a la casa de sus padres y el apoyo que le dan; la fiesta que hace en su casa y el emotivo baile con su compañero sentimental, Miguel; y el momento más impactante de todos en mi opinión, el baile de la “Mamma Morta” en que Beckett se levanta frente a Joe Miller y se emociona a la vez que la voz de Maria Callas envuelve la habitación y el alma de Andrew (por no decir también la del espectador que está con un nudo en la garganta).
Jonathan Demme dirige a su manera, con abusos de primeros planos a la hora de establecer conversaciones, y poniendose al servicio del actor. Memorable el momento en que Tom Hanks emocionado vive la canción de Maria Callas y la habitación se impregna de rojo. También utiliza fragmentos grabados con cámara de video cómo el momento de la llegada de Andy a casa de sus padres.
Para dar vida a Andrew Beckett se eligió a Tom Hanks, conocido por sus papeles cómicos, que demostró su talento dramático que lo ha encumbrado y lo ha convertido en uno de los mejores actores americanos de los últimos años. Su composición de Andrew Beckett es magistral, sutil, sufrida, milimétrica, no en vano perdió 26 kilos para representar cuando su personaje está en la última fase de la enfermedad. El momento en que está declarando en el estrado es digno de mención. Uno de sus mejores papeles, y un punto de inflexión en su carrera. Denzel Washngton es Joe Miller, el abogado que sale en la tele (conocido por la gente como el tío de la tele). Siente repelús por los homosexuales, es un buen esposo y padre. Su caso junto a Beckett y conocerle mejor le llevará a ver las cosas de otro modo. Jason Robards es Charles Weeler, jefe de Andrew y su principal enemigo en los tribunales. Andrew tan solo quiere de él que reconozca que lo echaron porque es homosexual y no porque se equivocara en el trabajo. Joanne Wodward como la madre de Andrew. Mary Steenburgen como la defensora de la antigua firma de Andrew. Antonio Banderas es Miguel, el compañero sentimental de Andrew, quien estará con él hasta el final. Citar que varios homosexuales enfermos de SIDA aparecieron en el film como extras o secundarios, muchos de los cuales murieron antes de que la película llegará a las pantallas
La BSO de la película corrió a cargo de Howard Shore, pero si por algo fue famosa y conocida fue por la mítica canción que compuso Bruce Springsteen, “Streets of Philadelphia”, que salía en los créditos del principio del film en lugar de la de Neil Young que se quedó para el final del film.
De entre los premios que ganó destacar los Oscars correspondientes a Mejor Actor para Hanks (que también se llevo el Oso de Plata en Berlín y el Globo de Oro) y Mejor Canción para Springsteen.
Estupenda película de Jonathan Demme acerca del rechazo y aceptación de los homosexuales y de una enfermedad que asusto a mucha gente cuando se dio a conocer. Una película valiente y humilde, pero dura como la vida. Hanks y Washington llegan a la perfección en sus respectivos papeles. La canción de Springsteen hizo el resto.
7,5/10
2 Comments:
Un film muy infravalorado y tristemente olvidado.
Grandiosos Hanks y Washington en una de las películas más valientes, duras y emotivas vistas en los 90.
Saludos
Una gran película que bajo su apariencia de telefilm de las tres y medias consigue conmover al espectador más duro.
Sensible, que no sensiblera, es una de las mejores películas que tratan la temática gay de una manera interesante. Cuanto tendrían que haber aprendido ciertos vaqueros gays....
Alejandro
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