frikigalactico

jueves, febrero 22, 2007

Cartas desde Iwo Jima, de Clint Eastwood

1944. Soldados japoneses enviados a la isla de Iwo Jima preparan la defensa de la isla. El General Kuribayashi es mandado para dirigir el ataque. A pesar de todo el esfuerzo por defender la isla, los soldados, con el General a la cabeza, saben que la batalla está perdida.

Segunda parte del díptico sobre la batalla de Iwo Jima. Si hace un mes teníamos en pantalla “Banderas de Nuestros Padres” en donde se narraba la historia de los hombres que colocaron la bandera en el monte Suribachi ahora podemos ver la historia vista desde el lado japonés. Tenía muchas ganas de verla, ya que “Banderas…” me pareció bastante regular para ser de Eastwood y esperaba que con “Cartas...” nos narrara algo mucho mejor. Y la verdad es que la espera ha merecido la pena.
Con un inicio en que se nos muestran imágenes de la isla en 2005, vemos como un grupo de arqueólogos entra en los túneles que guarnecieron a los soldados japoneses y encuentran algo bajo tierra, comenzando a cavar. Desde ese momento se hace un encadenado con la playa de la isla en donde los soldados japoneses están preparando su defensa contra los americanos. Estamos en 1944. Presenciamos la legada del General Kuribayashi y como preparará una nueva estrategia defensiva, ha estudiado a los americanos y conoce sus técnicas. Sin embargo no tiene menos miedo que sus soldados al saber que su flota ha sido derrotada y que están solos en la isla, sin apoyo.

“Cartas desde Iwo Jima” es una película mucho más intimista y poética que “Banderas…”. El primer tercio, antes del ataque, es un verdadero festín para todo amante del cine clásico. Los paseos de Kuribayashi por la isla con esa eminente fotografía semiapagada, la relación que existe entre los soldados con sus rencillas con algunos oficiales, la preparación estratégica para la defensa de la isla. Todo ello con un estilo un tanto sobrio, cercano a las películas japonesas. No voy a decir que emule al cine de Ozu o Kurosawa, que me parecen palabras mayores, pero si es cierto que Eastwood consigue un ritmo, una puesta en escena cuidadísima. El momento del ataque y toda su duración ya es algo más regular, parece que Eastwood no ha nacido para secuencias de guerra por muchos medios que posea. Aún así, dichas secuencias no duran mucho, y lo que realmente nos importa es lo que les pasa a esos hombres escondidos en los túneles que aguantan hasta comprobar que están perdidos y no les queda más salvación que morir honorablemente. El momento en que todos empiezan a inmolarse a vista de dos de los protagonistas es tremendamente desgarrador, transmitiendo una sensación de impotencia contenida. Sin embargo, hay dos muertes a base de suicidio que me parecen memorables, la del Barón Nishi en la cueva, solo, y la de Kuribayashi, viendo la única tierra de la isla que sigue siendo japonesa. Esta última muerte especialmente se convierte en una secuencia memorable gracias a la labor interpretativa, no solo de Ken Watanabe, sino de Kazunari Ninomiya que protagoniza las secuencias más dramáticas del film.
El honor de los japoneses de luchar por su país y morir en ensalzado en esta película y muestra lo importante que es para ellos, viendo una deshonra la rendición. Al ser esta la perspectiva japonesa, había que mostrar cómo se comportaban los americanos con los japoneses que capturaban. Si en “Banderas…” el personaje de Ryan Phillipe entraba en una cueva y veía las atrocidades que le habían hecho a un compañero (momento que intuyo cual es en esta película), en “Cartas…” Eastwood muestra el lado deshumano de los americanos, subrayando una vez más que en la guerra no hay buenos ni malos, sencillamente hombres que luchan por su país, aunque sea en contra de su voluntad.
Además de eso, se establece un vínculo entre japoneses y americanos al leer la carta de un soldado americano que es capturado. Es una carta de su madre. Al leerla, los japoneses sienten que no son tan diferentes a ese soldado, pues sus madres habrían escrito algo igual. Una muestra más del absurdo del deshumanización que supone la guerra en la vida de las personas.

Si en la prímera película los personajes nos importaban más bien poco, puesto que apenas nos identificamos con ellos, en “Cartas…” pasa justo lo contrario. Y todo gracias a una elaboración de personajes mucho más cuidada. El guión ha sido escrito por Iris Yamashita, el cual parece elaborar mejor personajes que Paul Haggis visto el resultado. El General Kuribayashi (sensacional Ken Watanabe) es un excelente soldado, un hombre culto que ha vivido durante un tiempo en América, y un gran estratega. Lleva muchos años como soldado y ha luchado en multitud de batallas. Su presentación en la película no es simplemente su descenso del avión sino cuando detiene a un oficial por golpear a unos soldados y le dice que “un buena capitán debe usar más el cerebro que el látigo”, una frase que lo define muy bien. Por otro lado tenemos al Barón Nishi, admirado por todos los del regimiento por ser el campeón de las olimpiadas en salto ecuestre, se muestra como un magnifico oficial, amigo de Kuribayashi, y una persona que transmite a sus hombres valor. Al igual que el general, ha vivido en América y conoce la lengua, así pues establecerá amistad con un soldado americano que capturan. Su muerte es de lo más memorable del film, en ella se ve la templanza y el honor de un hombre al que le ha llegado la hora y lo asimila con valentía. Por último tenemos a Saigo, el joven soldado que demuestra ser mejor de lo que sus oficiales piensan. Admirador del general Kuribayashi, quien le salva la vida tres veces en la isla, es el personaje que guía al espectador a través de la vida de los soldados. Su maravillosa secuencia junto a Kuribayashi al final es para convertirse en clásica instantánea.
Para ayudar a comprender a los personajes se utilizan los pensamientos de los mismos, trasladados a las cartas que escriben, y en flashbacks. Si en “Banderas…” los flashbacks resultaban un tanto innecesarios y mal utilizados, no se puede decir lo mismo aquí. Gracias a ellos comprendemos el miedo de Saigo en la guerra, fue separado de su mujer estando embarazada y teme no conocer a su hijo, a quien le hizo una promesa. También poseemos detalles de la vida del general Kuribayashi, en especial me quedo con el flashback en que es invitado a una cena en América y es homenajeado regalándole una pistola que lleva siempre con él y que será causa de su final. En dicha cena se establece una conversación con la mujer de otro oficial en que se le pregunta que haría si Japón y Estados Unidos entraran en guerra, a lo que el oficial responde que lucharía honorablemente por su país, aunque eso conlleve matar a personas con quien está comiendo en ese momento.

Clint Eastwood vuelve a demostrar aquí su buen hacer tras la cámara con momentos anteriormente mencionado. La larga duración del film no desciende de ritmo apenas, salvo algún momento puntual durante el asedio. Quizás el final sea un poco más largo de lo necesario, sin embargo está mucho mejor construido que su predecesor americano. El momento en que todas las cartas caen al suelo a ritmo de la maravillosa música de Kyle Eastwood y Michael Stevens, esas cartas representan los recuerdos de aquellas personas que fueron enviadas a una muerte segura, cuyas huellas quedaron para siempre en aquella isla. Un final donde la emoción contenida envuelve todo.

Excelente película que nos muestra lo que tuvieron que vivir aquellos soldados afincados en la Isla de Iwo Jima, servida por la maestría de Clint Eastwood.

8/10